El pasado 10 de marzo, el escritor Juan Bolea visitó mi instituto.
Yo tenía especial interés en la pequeña charla que nos iba a dar a mis compañeros y a mí. Al leer uno de sus libros El Gobernador, muchas preguntas y enigmas vinieron a mi cabeza, entonces supe que no iba a desaprovechar una oportunidad así, una ocasión que el escritor había concedido a mi instituto.
En mi opinión, Bolea se mostró sereno, intentando llevar un coloquio ameno y cercano.
Para ello, incluyó varias anécdotas curiosas que relacionó con los dos libros que habíamos leído (El manager y El Gobernador, ya citado antes).
Consiguió que viera el libro desde otra perspectiva, que saltara de la ficción y lo planteara como algo que sucede todos los días.
Un relato de rebeldía, política, historia, drogas....y movido por el interés propio.
Fue una sensación diferente, sentarme a escuchar a un hombre que sabes que ha vivido tanto y es capaz de plasmarlo en un papel, transmitiéndolo a tanta gente.
Así pues, en un poco menos de una hora, Juan Bolea me transmitió ideas que ni siquiera se me habían ocurrido leyendo el libro, y a su vez aclaró aquellas cuestiones que se me habían planteado y para las que no encontraba respuesta.
Yo tenía especial interés en la pequeña charla que nos iba a dar a mis compañeros y a mí. Al leer uno de sus libros El Gobernador, muchas preguntas y enigmas vinieron a mi cabeza, entonces supe que no iba a desaprovechar una oportunidad así, una ocasión que el escritor había concedido a mi instituto.
En mi opinión, Bolea se mostró sereno, intentando llevar un coloquio ameno y cercano.
Para ello, incluyó varias anécdotas curiosas que relacionó con los dos libros que habíamos leído (El manager y El Gobernador, ya citado antes).
Consiguió que viera el libro desde otra perspectiva, que saltara de la ficción y lo planteara como algo que sucede todos los días.
Un relato de rebeldía, política, historia, drogas....y movido por el interés propio.
Fue una sensación diferente, sentarme a escuchar a un hombre que sabes que ha vivido tanto y es capaz de plasmarlo en un papel, transmitiéndolo a tanta gente.
Así pues, en un poco menos de una hora, Juan Bolea me transmitió ideas que ni siquiera se me habían ocurrido leyendo el libro, y a su vez aclaró aquellas cuestiones que se me habían planteado y para las que no encontraba respuesta.