EMMA Y EL TESORO
por Mª Pilar León
Érase una vez una niña de trece años llamada Emma que pasaba los fines de semana en casa de su abuela, en el pueblo.
Una mañana lluviosa y aburrida, decide subir al desván en busca de alguna emoción. Y lo consigue, porque encuentra un mapa en el que se explica dónde hay un tesoro.
Emma pasa una odisea para encontrar la salida del pueblo, recorre un bosque, oye aullidos, abre un mausoleo con una puerta oxidada y llena de telas de araña, para dar con dos momias con ricas vestiduras, armas y un pequeño cofre. Siente miedo, emoción y un temblor de piernas que le impide andar, pero tiene que correr con el pequeño tesoro, el cofre, sin saber qué puede ser.
Llega al pueblo y por fin abre el cofre. La desilusión se apodera de ella, después de todo lo pasado y sólo hay un papel y un lapicero. Lo piensa mejor y cree que no está mal, con ello puede escribir mil historias aventuras. Sube a la sala y empieza a escribir.
FERMÍN ICUERPO Y EL GRAN TESORO DEL RETRETE
por Ignacio Cuiral
Fermín Icuerpo era un niño muy enano. Un día, se encontró en el baño del instituto con un detective privado que se llamaba Pancho Colate. Al salir del baño, Fermín se cayó por el retrete porque se resbaló con una pastilla de jabón y fue a parar a las cloacas romanas. Pancho Colate, que para entonces ya había salido del instituto, no se dio cuenta de por donde andaba y también se cayó en una alcantarillas de unas obras. Fue a parar a la misma cloaca ramana de Fermín. Se encontraron y, aunque se dieron un buen susto, se reconocieron y se hicieron grandes amigos. Sortearon muchos obstáculos y trampas y encontraron un gran tesoro. Donaron el noventa y nueve por ciento del tesoro a ayudas humanitarias, se quedaron con el uno por ciento y se compraron una casa en Hawai, dos yates, un jet privado y tres deportivos.
UNA HISTORIA DE TERROR
por Pablo Luna
Un día la maestra de clase preguntó: -¿Queréis contar una historia? -¿Puede ser una historia de terror?, dijo Albertina.
-¿Te animas?, preguntó la maestra, ¿a tus compañeros no les dará miedo?
-¡No!, dijeron todos.
Albertina contó una historia de un mago que volvía a la gente invisible y que hizo desaparecer a un chico. La historia estaba muy bien contada y a muchos les dio miedo.
-¿Y cómo termina la historia?, preguntó la maestra.
-No sé, dijo Albertina, pregúntale a Filiberto.
La maestra llamó a Filiberto. Pero no aparecía por ningún lado.
-¿No habrá sido el mago?
Y nadie dijo nada, pero muchos pusieron cara de miedo. Al final, la maestra gritó fuerte: ¡Filiberto!, y muy bajito se oyó: "¿Qué pasa?".
Nadie se dio cuenta de dónde provenía la voz, hasta que la maestra dijo:
-Albertina, abre el armario.
Albertina abrió el armario y...¡allí estaba!
Cuando abrieron el armario, apareció Filiberto allí dentro.
Entonces la maestra dijo:
-Muy buena historia de terror, con actuación y todo. Ahora le toca a Maximiliano.
Pero Maximiliano no estaba en clase. Todos creyeron que había sido el mago, hasta que la maestra buscó detrás de la puerta y allí estaba escondido Maximiliano, muerto de risa.
-¡No quiero que desaparezca nadie más!, dijo la maestra.
-Pero, señorita, ha desaparecido uno más...
-¿Quién?, preguntó la profesora asustada.
-Pablo, dijo Albertina.
Se pusieron a buscar por todos lados pero nada. Albertina se puso tan nerviosa que no podía quedarse quieta. Maximiliano quiso llamar a su madre...Hasta que Albertina dijo:
-Señorita, ¿no se acuerda de que Pablo ha faltado a clase?
SLAPY
por Sandra Rivas
Había una vez dos hermanas que, yendo por el pueblo con sus bicicletas, se encontraron con un muñeco que se llevaron a casa y que llamaron Slapy.
A la mañana siguiente, fueron al colegio y cuando regresaron, Raquel, la hermana mayor, leyó una nota que Slapy tenía en el bolsillo de su chaqueta. Le pareció ver que el muñeco movía los ojos y pestañeaba.
Después de comer, cuando subieron a su habitación, vieron que Slapy estaba sentado encima del escritorio. Slapy les dijo que si no le obedecían, le caería una maldición a algún ser querido. Asustadas, lo cogieron de brazos y pies y lo tiraron a las obras de la casa de enfrente a la suya. El muñeco intentó escaparse, pero no pudo. Ellas lo soltaron cuando una apisonadora estaba a unos poquitos centrímetros. Slapy quedó destrozado.
Cuando volvieron a casa, sus padres habían regalado a su hermana menor, María, otro muñeco igual que Slapy...